De sus viajes por Flandes, el historiador del arte Sulpiz Boisserée dejó escrito: «No es necesario deciros que primero me dirigí a ver las obras de Van Eyck; realmente ellas solas bien valen el viaje». No seré yo quien le contradiga, así que, cada vez que voy a Brujas, el primer lugar que visito es el Museo Groeninge, cuyo fondo artístico confirma la relevancia que tuvo Brujas en el siglo XV, cuando era la ciudad más importante del noroeste europeo gracias a los paños flamencos y al comercio derivado. En 1432, Jan Van Eyck había satisfecho los intereses anuales por la hipoteca de su casa a la iglesia de San Donaciano. Por fin, tras hacer una serie de viajes «secretos» con el duque borgoñón Felipe el Bueno, obligado por su condición de pintor de la corte, Van Eyck se establecía en pleno distrito de los mercaderes, donde hoy tiene una estatua. |