Son las 20:44 h de una tarde-noche de mayo y el tranvía número 28 baja bailando por la empinada Rúa de António Maria Cardoso. En su curva con Vítor Cordon aminora el paso, cambia su rumbo y exhibe, como una bestia majestuosa, su piel amarilla y su sombra vintage. Sorprendentemente, el conductor me saluda cuando decido inmortalizar el momento con mi smartphone. |