Las formas del agua son diversas: si el río es movimiento y transformación, y el mar fuerza y revolución, el lago equivale a contemplación. De estos paréntesis de calma y sosiego, el norte de Italia es descaradamente rico gracias a los antiguos glaciares alpinos, cuyo deshielo esculpió a lo largo de millones de años un paisaje de colinas y lagos que fue luego enriquecido por el trabajo secular de sus habitantes. Tanto hoy como en los siglos XVI y XVII, cuando artistas e intelectuales europeos emprendían el llamado Grand Tour, realizar este viaje es un continuo descubrimiento de historia, gastronomía, arte y belleza. |