Cuando Charles Darwin pasó por aquí en el transcurso de su travesía alrededor del mundo a bordo del Beagle, las Maldivas no le impactaron más que otros enclaves: «Todo lo que hemos visto hasta ahora es muy agradable. El panorama no puede jactarse de los encantos de Tahití y mucho menos de la gran exuberancia de Brasil, pero en conjunto forma un cuadro muy bello y completo”, escribió en una carta a su hermana Caroline el 29 de abril de 1836. A pesar de la fatiga acumulada en este último tramo de la expedición –el Beagle atracaría en Falmouth cinco meses después–, Darwin tuvo tiempo de fijarse bien en las islas Maldivas y en sus atolones. |