La carretera federal 307 pierde anchura, tráfico y vallas publicitarias cuando deja atrás el cruce con la Avenida 5 Norte de Tulum. Parece mentira que un asentamiento con tanta historia tenga tan poca imaginación para bautizar sus calles y para trazar su urbanismo. Como en Manhattan, no hay lugar para la desorientación. Pero aquí no hay rascacielos, solo calles atestadas de anzuelos para turistas gringos que confirman que Tulum está de moda y que su codiciada playa (tanto por su belleza como por el precio de sus hoteles) dista lo suficiente del centro de la ciudad. En mi paseo por sus aceras, solo encontré cierta autenticidad en los tacos de cochinita pibil de taquería Honorio y en los alambres de pastor de su vecina, Tropi Tacos. Sin embargo, la aventura estaba a punto de comenzar. |