Evadirse... sin ir más lejos
Cruzar una frontera produce una vibración extraña. Por muy parecido que sea el paisaje o incluso que se comparta lengua o cultura, traspasar esa línea invisible que divide estados políticos equivale a adentrarse en un territorio con normas distintas. Y eso es precisamente lo más excitante y lo que puede convertir una escapada de fin de semana en una «evasión» mental. Francia y Portugal ofrecen esa «evasión» con una facilidad pasmosa: puede que a apenas una hora en coche o en tren.