En el puerto de Ibiza embarco en uno de los buques que realizan varias veces al día el trayecto hasta Formentera. Siento la urgencia por zarpar y perderme por las salinas, llegar hasta esos faros que parecen iluminar el fin del mundo y andar por los bosques de La Mola, una isla dentro de otra. Caminar, nadar, contemplar. Y soñar que me integro en este microcosmos balear. La nave arranca rumbo a los Freus, el brazo de mar que separa las dos pitiusas, sembrado de islotes con nombre propio (Es Porcs, Es Penjats o S’Espalmador) que son restos de un pasado geológico en el que ambas estaban unidas. Responsables de naufragios a lo largo de los siglos, los Freus son desde hace 25 años una reserva marina que muestra el camino a seguir: proteger para incrementar la variedad de especies y para que los peces aumenten su tamaño, dos factores que garantizan la biodiversidad y una pesca razonable. Leer más |