Una línea imaginaria cruza en diagonal Gran Canaria. La parte nordeste es un paisaje creado por el hombre entre arenales y tierras fértiles. El sudoeste está rasgado por acantilados y playas de oro. Entre esas dos Gran Canarias (la Nueva y la Vieja), la isla despliega un abanico de paisajes muy diversos. Y también multitud de vestigios de los pobladores aborígenes, que fueron reducidos a unos pocos cientos tras la conquista castellana en el siglo XV. Emplazada cerca del centro geográfico del archipiélago, Gran Canaria se convirtió por aquella época en el punto más codiciado del Atlántico, algo que cambiaría la isla para siempre. Su puerto, clave para la conquista de América y objeto de deseo para los comerciantes ingleses, acabó siendo una próspera ciudad que atrajo a escritores, artistas y científicos. |